Milani nació en Florencia en el año 1923. Nunca fue bueno en los estudios y por ello en su juventud decidió entrar al seminario para posteriormente convertirse en sacerdote. Siempre tuvo la iniciativa de ayudar a los más necesitados en todo lo que podía a través de su actitud autoritaria y creyente en que se podía cambiar el mundo a través de la educación.
En 1954 es enviado a Barbiana, un lugar extremadamente rural y con un índice de pobreza muy alto, perfecto para Milani el cual quería ayudar a este colectivo a toda costa. Aquí decide construir una nueva Escuela en la que se enseñe a todo el mundo, nadie queda fuera. Milani exigía a sus alumnos mucho para que estos fueran los mejores, y así no se les pudiera considerar ciudadanos de segunda categoría. En 1967, dos años después de la muerte de Lorenzo, sus alumnos, a los cuales había cambiado por completo su vida gracias a la formación que les ofreció, decidieron escribir "Cartas a una Maestra", una obra la cual va dirigida a una maestra de educación primaria imaginaria y cuyo fin es criticar duramente el estilo educativo que había en la época.
Los principales ideales de Milani que utiliza en su escuela de Barbiana eran que el docente no debía de ser neutral, sino que todo lo contrario, debía influir fuertemente en cada uno de sus alumnos, hacerles personas críticas, personas que se rebelaran ante lo que no les gustaba, personas que desarrollaran amor propio por ellos mismos. Para Milani el docente debía de ser un ejemplo para sus alumnos, una figura de autoridad, ya que lo que realmente importa es "cómo hay que ser para poder dar la escuela" no lo que hay que hacer, y él defendía que para ser un buen docente había que "creer con todo el alma" en lo que el individuo está realizando. Este método de enseñanza fue nombrado por uno de sus alumnos (Martinelli) como pedagogía de la adherencia, de adhesión a la realidad.
En la escuela de Barbiana Milani no seguía ningún tipo de programa oficial, aquí se le daba prioridad al aprendizaje significativo y práctico y se consideraba a los alumnos como los protagonistas de su propio aprendizaje. Al no seguir ningún programa lo que hacían era elegir entre todos los contenidos o conocimientos que querían aprender, los que más interés surgían en los alumnos o los que más les iban a servir en su día a día, ya que este era un criterio fundamental, que todo lo que aprendieran les pudiera servir en la vida real y en un futuro.
En la escuela de Barbiana se trataban todo tipo de conocimientos, pero se atribuía especial atención y dedicación a la enseñanza del lenguaje. También se enseñaban lenguas extranjeras a través de métodos audiovisuales, algo que llamaba y llama la atención debido a que este pueblo era extremedamente rural. Para evaluar el aprendizaje de una lengua extranjera Milani no realizaba un examen, sino que sus alumnos adolescentes se iban los veranos a trabajar a un país extranjero para poder adquirir allí el lenguaje nativo y tener una experiencia enriquecedora.
Una de las metodologías más características de la pedagogía de Milani fue la escritura colectiva, la cual se empleaba para escribir cartas a otros niños de diferentes escuelas o personajes imaginarios para desarrollar la reflexión profunda, la creatividad y la escritura literaria. Este método también se utilizaba para enseñar lenguas extranjeras.
Siguiendo con el aprendizaje de conocimientos Milani los enseñaba de una manera bastante particular, ya que por ejemplo para enseñar Historia a sus alumnos, mandaba a estos que realizaran una investigación en el periódico local acerca de los acontecimientos sucedidos. En Ciencias los alumnos aprendían esta asignatura a través de la observación directa de la naturaleza, en los Talleres Manuales los alumnos realizaban objetos que les fueran a ser útiles en su día a día, desarrollando así la creatividad.
Todos estos principios metodológicos derivan de una idea común, y es que la sociedad puede llegar a cambiar a través de la Educación, y de esto es un gran ejemplo la Escuela de Barbiana.
Una de las características más importantes de esta escuela es que, en sí, no parecía una escuela. Las clases se daban al aire libre, no había tarima, ni pizarra, ni pupitres, solo había grandes bancos en los que se comía y se aprendía. Solo se disponía de un libro de texto, por lo tanto los alumnos se agrupaban en torno a él. En cuanto a la educación en esta escuela no había suspensos, todo el mundo valía para estudiar, los alumnos predilectos eran aquellos más lentos o que más les costaba aprender, a estos se les motivaba y animaba de una manera extraordinaria para que pudieran llegar a ser la mejor versión de sí mismos. Milani también fomentó en sus alumnos el ayudarse los unos a otros, los que habían adquirido los conocimientos ayudaban a los que no.
Los alumnos de la Escuela de Barbiana iban a esta 12 horas diarias. No había vacaciones ni de verano ni de invierno, y se realizaban actividades dependiendo de la época del año (en verano se nadaba y en invierno se esquiaba, por ejemplo).
El alumno de Barbiana es libre de crear algo original, de tener una actitud abierta y de ser un agente transformador. Muchos de los alumnos de Barbiana se convertían en educadores, debido a la fuerte influencia recibida por su maestro y a eficacia que tenían sus métodos de enseñanza-aprendizaje.
En conclusión, el poder realizar el trabajo de investigación acerca de este hombre y sus logros ha sido un placer, ya que he podido descubrir a un hombre increíble, a un autentico maestro que cumplió todos los objetivos de lo que debería ser una escuela pública y, lo más importante y más honorable para mi ver, cambió la vida de unos niños que estaban destinados al olvido y al campo, les cambió y les educó para que pudieran ascender en la sociedad y tener la libertad de ser quienes querían ser, porque eso es lo que da la educación: libertad y poder.
Como futura docente me gustaría seguir algunos de los principios de Milani y cambiar la vida a la mayoría de mis alumnos, ser un ejemplo para ellos, hacerlos crecer y ser personas increíbles en un futuro.....
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